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13 octubre 2006

Groucho Marx cuenta el crack del 29

Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir.

Mi sueldo semanal en Los cuatro cocos era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street.

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