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13 mayo 2007

A Arenillas poco menos que hay que darle las gracias por su cena con Mehra

“Fruto de las relaciones del señor Arenillas con el señor Mehra un hedge fund muy importante se localiza en España y crea una importante sociedad con un gran banco español. Respecto al aspecto anecdótico del precio (1.400 euros de la cena), uno: creo que el invitado lo ignora, y desde luego puede herir sensibilidades -es decir, está muy al margen de la sensibilidad mía- pero lo relevante, con independencia de que se quieran sacar otro tipo de interpretaciones, es si eso implica o no un peligro de captura del supervisor por parte del supervisado. He de decir que capturen a un supervisor por una comida, por cara que sea, me parece que es dudoso”.

Estas son parte de las palabras literales de Julio Segura, que hoy será nombrado presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores por el Gobierno, en su comparecencia ayer ante la Comisión de Economía del Congreso.

Con estas declaraciones de Segura parece que hasta ahora estábamos ante un linchamiento contra Arenillas y, en realidad, habría que darle las gracias por su labor como captador de grandes inversores en este caso “un importante hedge fund” en nuestro país. La duda es si entre las funciones del vicepresidente de la CNMV, más allá de las anécdotas, está la de captar inversores extranjeros que, sin duda, dan lustre a nuestro mercado.

Por supuesto que el invitado ignora el precio de lo que paga el que invita, porque, si no, sería una grosería, pero no ignora lo que bebe y lo que come. Quizá sea una casualidad también lo de la contratación de un familiar de Arenillas que, según nos cuentan, es un magnífico profesional, pero la cosa tiene demasiadas aristas y puede parecer lo que no es. A lo mejor hubo un head hunter y todo.

El presidente in pectore de la Comisión Nacional del Mercado de Valores debería dejar a Arenillas que se explique cuanto antes y se acaben las especulaciones. Es una cuestión de limpieza del mercado que necesita acciones ejemplares que eviten toda clase de mácula sobre el supervisor.

Por supuesto que una comida de 1.400 euros -qué punta le sacaría Sebastián si lo relacionara con el SMI en plena campaña electoral a él que le gustan tanto las comparaciones- no mueve voluntades, pero a Ernst Welteke seguro que tampoco le cautivó la invitación por parte de Dresdner de una noche de hotel de lujo con su familia para recibir al euro y el ex presidente del Bundesbank dimitió sólo conocerse el asunto. Welteke era uno de los halcones de la ortodoxia de aquel Banco Central Alemán que tanto nos hizo sudar tinta años antes de su presencia como presidente, con las famosas devaluaciones de la peseta.

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