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28 junio 2007

Derivados de crédito y sistema financiero: ¿La prueba del algodón?

Lo que está ocurriendo en Estados Unidos a raíz de la crisis de dos hedge funds de Bear Stearns que habían realizado apuestas erróneas sobre el mercado de deuda subprime es muy gordo. Pero mucho. No sólo porque ha obligado al banco norteamericano a inyectar 3.200 millones de dólares para rescatar los fondos y evitar así una liquidación despiadada de los mismos por parte de sus acreedores –lo que le ha situado en un escalón de vulnerabilidad que le convierte, a 1,5 veces valor en libros, en un bocado muy apetitoso para cualquier interesado que quiera pasar por ventanilla- sino porque pone de manifiesto cómo el sistema financiero empieza a sufrir las consecuencias de los monstruos que él mismo ha creado. Y sólo es un primer paso. Aunque parezca que nos queda lejos, no pierdan esta historia de vista. Es muy importante. Y va a traer importantes consecuencias. Al tiempo.

Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, las ventas de CDOs (o collateralized debt obligations) alcanzaron un récord de 251.000 millones de dólares en el primer trimestre del año. Este producto, que está en el origen de los problemas de los hedges de Bear Stearns, no es más que una forma de empaquetar el riesgo de un determinado subyacente con objeto de sacarlo del balance mediante su transmisión onerosa a terceros compradores. El riesgo que se transmite abarca todo el abanico de posibilidades por lo que a calidad y liquidez del mismo se refiere.

Aunque inicialmente los CDOs estaban respaldados por activos líquidos y de buena calidad, la búsqueda de una rentabilidad adicional por parte de los adquirentes, creadores de la demanda final, permitieron a los vendedores ir añadiendo realidades más dudosas y de difícil valoración inmediata. Prueba de ello es que, en el último dato del BIS, los CDOs que empaquetaban valores respaldados por activos reales (asset-backed securities) crecieron un 21% sobre el dato anterior gracias fundamentalmente al segmento de hipotecas subprime.

Y donde hay oportunidad de negocio, ahí está la banca detrás. Este no podía ser un caso aparte. Así, los derivados de crédito han pasado, en pocos meses, de ser cobertura contra los riesgos intrínsecos de las propias entidades, a utilizarse para obtener pingües beneficios mediante la asunción de riesgo de contrapartida contra terceros compradores del mismo. De hecho, una encuesta realizada por la agencia de rating Fitch entre entidades financieras a finales de mayo, revelaba cómo sólo el 30% de los entrevistados destinaban los derivados de crédito a proteger su cartera de riesgos, mientras que un 51% reconocía que era un instrumento más de trading dentro de su actividad ordinaria. Parte de los importantes resultados publicados por algunos de los principales bancos de inversión, como Morgan Stanley o Deutsche Bank, tenían su origen en operaciones acertadas sobre este novedoso activo, lo que indudablemente ha contribuido a que la bola se hiciera más grande.

El asunto es relevante. Nos encontramos ante un mercado que ha alcanzado un volumen total de 33 billones de dólares (billones españoles) frente al billón que suponía a inicios de este siglo. En el que el problema de Bear Stearns supone un 0,01% del total y eso que se ha convertido en el mayor rescate de un hedge fund desde la crisis del LTCM de 1998. Donde los activos respaldados por subprimes, según Credit Suisse, superan los 800.000 millones de dólares.

Y en el que cada vez más el riesgo se deriva no tanto del instrumento en sí sino del subyacente utilizado. Un mercado para el que se oyen constantemente gritos de “que viene el lobo” tanto por parte de los supervisores, encabezados por Trichet, como por parte de algunos intervinientes del mercado que han pedido medidas antimanipulación de forma abierta. Y que lleva prácticamente desde su nacimiento sin vivir un stress test de los de verdad.

Habrá por tanto que monitorizarlo de cerca. De momento, el sector financiero americano ya ha empezado a hablar con su comportamiento bursátil de los últimos días pese al boom de resto de los negocios y la subida de los tipos de interés a largo. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Buena semana a todos.



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