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10 junio 2007

La metamorfosis de Ence: la biomasa, su objeto de deseo

Nacida en 1957, al final de la autarquía franquista, Ence celebra su cincuenta cumpleaños inmersa en una profunda transformación, que aspira a mutar su código genético desde la producción de pasta de papel hacia las energías renovables.

Para conseguirlo, la compañía <:ENCE.MC:> acaba de aprobar una batería de medidas cuyo denominador común es el crecimiento, la reducción de costes y la mejora de la rentabilidad.

Objetivo: la biomasa

Los pilares de esta metamorfosis quedaron asentados en octubre de 2006, cuando la compañía aprobó el plan estratégico 2007/2011. Éste contempla doblar su actual producción de celulosa, hasta 2,3 millones de toneladas al año; y reducir al mismo tiempo los costes de producción en un treinta por ciento.

No está mal. Pero el verdadero objeto de deseo del grupo no está en la pasta de papel, sino en la biomasa, en el creciente negocio de las energías alternativas. Un mercado donde también quiere duplicar su producción actual, pasando de 400.000 toneladas a 800.000 toneladas anuales, y aspira a situarse entre los primeros puestos a nivel internacional.

¿Cómo lo van a conseguir? Las vías serán muchas. Aunque una destaca sobre las demás: los bosques. La compañía quiere aprovechar la biomasa forestal para producir energía. Matorral, desmontes, sotobosque y restos de poda natural son el combustible que necesita la compañía para alcanzar sus objetivos.

Cúpula incentivada

La corteza de este ambicioso plan radica en la cúpula del grupo. En los últimos meses, Ence ha vivido una profunda metamorfosis de su cúpula, que concluyó el pasado 30 de marzo, con la entrada de nuevos consejeros en el máximo órgano de administración.

Sus nombres no pasan desapercibidos: Fernando Abril-Martorell, ex consejero delegado de Telefónica; Javier Arregui, hijo de Juan Luis Arregui (presidente de Ence); Fabio López Cerón, hijo del presidente de Unión Fenosa (Pedro López Jiménez) y el académico Gustavo Matías, hombre de confianza de los Albertos -Cortina y Alcocer-, primeros accionistas de Ence, con un 21 por ciento del capital.

Pero este refuerzo de la cúpula de Ence es sólo la punta del iceberg. Su entrada ha coincidido con la puesta en marcha de un plan de incentivos para ejecutivos y con el desdoblamiento de las acciones del grupo. Dos medidas dirigidas a inyectar liquidez al valor en bolsa y motivar a los nuevos consejeros para cumplir el plan estratégico.

Sobre todo, porque el programa de incentivos contempla la entrega de opciones sobre acciones. En lo que va de año, la compañía se ha revalorizado un 17,7 por ciento, aunque en la última semana se ha dejado un 4,4 por ciento.

No obstante, el punto de inflexión radica en la nueva planta del grupo en Uruguay, donde la compañía prevé invertir 930 millones de euros en una nueva. Aunque este proyecto todavía debe superar algunas controversias políticas, los responsables de Ence confían en solucionar estas diferencias. De hecho, lo necesitan, ya que este mercado, junto con China, jugará una papel crucial en el futuro del grupo.

Y no sólo porque en el país suramericano prevé producir un millón de toneladas de papel , sino porque este mercado facilitará la logística marítima del grupo y la consecuente exportación de sus productos hacia el creciente mercado asiático.

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