China da la campanada: deja que los bancos puedan invertir fuera del país
El anuncio de China de liberalizar la normativa de inversión para los bancos chinos en el extranjero revolucionó ayer la actividad en la Bolsa de Hong Kong, que marcó un nuevo máximo histórico, e hizo registrar subidas en otros parqués asiáticos.
Esta reforma, que ha sido largamente esperada y que fue anunciada oficialmente por las autoridades bancarias chinas después del cierre de sesión del pasado viernes, supone la aprobación definitiva para que los bancos chinos inviertan en bolsas y productos financieros extranjeros en nombre de sus clientes.
Los mercados reaccionaron con compras ante la perspectiva de que la puerta se abra de par en par para los 4,6 billones de dólares a los que ascienden los depósitos de ahorro chinos. De todos los parqués, Hong Kong fue, obviamente, el que registró las mayores subidas ante la certeza de que atraerá una parte significativa del ahorro chino que cruce la frontera.
Así, el índice Hang Seng alcanzó un nuevo récord en los 20.979,24 puntos tras revalorizarse un 2,5 por ciento. También celebraron la noticia los propios índices del interior de China, que batieron igualmente sus plusmarcas con avances que se movieron entre el 0,75 y el 2,5 por ciento.
Los fondos también ganan
La relajación de las restricciones permitirá a los grandes fondos internacionales maniobrar, por vez primera, hacia el mercado de fondos chino. Hasta la fecha, dichos grupos debían cerrar por ley alianzas -joint ventures- minoritarias con socios locales para tener acceso a ese mercado.
Con estas medidas, el Gobierno chino pretende desviar liquidez hacia el extranjero y, en la misma jugada, bajar presión y temperatura a las bolsas chinas permitiendo que los ahorradores chinos diversifiquen su cartera de riesgo. El país vive una peligrosa fiebre bursátil que ha espoleado sus bolsas con crecimientos espectaculares. De hecho, en lo que va de año el principal índice del gigante asiático, el CSI 300, acumula un avance próximo al 83 por ciento.
Pero, al mismo tiempo, los riesgos de una burbuja bursátil y la amenaza de su pinchazo sobrevuelan inexorablemente sobre la euforia económica china.
Desde un punto de vista macroeconómico, reducir la liquidez dentro del sistema financiero del gigante asiático -abriendo la puerta a que una parte de los ahorros de la población china se desvíe hacia el extranjero- deberá tener, además, un efecto secundario que es muy del agrado de Pekín: evitar que la temible inflación acabe mostrando sus peligrosas garras.
Mi comentario: Hay tal burbujón allí que tengo la impresión de que están dejando salir a los chinos y entrar a los extranjeros con la idea de que el reventón no se lo coman exclusivamente los chinos...
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