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14 mayo 2007

La "beautiful" de Zapatero (I)

Los alumnos de la promoción 1973 del Colegio Estudio, el vivero que ha nutrido a la izquierda exquisita de altos cargos, algo así como el Colegio del Pilar y el Opus Dei juntos para la derecha, celebraron en 1998 las bodas de plata de la promoción con un acto académico en el colegio de la calle Oquendo y una pantagruélica comida en el Asador de Aranda, en la autopista de La Coruña, un sitio poco adecuado para la categoría de los apellidos presentes -Lorente, Calvo Sotelo, Entrecanales, Cabrera, Díez Polanco, Fierro, Huarte, Obregón-.“Fue un festejo agridulce, entre otras cosas porque todos habíamos perdido mucho pelo y ganado abundante grasa. Pero hubo un detalle que nos dejó con la boca abierta: el espectacular coche, un llamativo modelo de Porsche, con que el amigo Carlos Arenillas se presentó al almuerzo”.

Quién te ha visto y quién te ve. Porque tiempo atrás, año 1977, plena transición del franquismo, el camarada Arenillas dirigía asambleas en Económicas en nombre del PCE, y pegaba posters de Carrillo, “el hombre de la reconciliación”, en compañía de no pocos -Joaquín Velasco (Ernts & Young) y Gonzalo y Juan Mato, entre otros- de los que veintitantos años después comieron cordero en el Asador de Aranda. “Eran los guays de mi generación y de mi curso. Siempre por encima de los demás. Siempre a su aire y por su cuenta. Y siempre les fue bien”. Entre el grupo de amigos universitarios estaba Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, una chica “no muy agraciada y muy coñazo, a la que no sabíamos cómo quitarnos de encima. ¡Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos que se había casado con el amigo Arenillas!”. Al patrimonio por el matrimonio.

Merceditas Cabrera, ministra de Educación del Gobierno Zapatero, que hizo sus primeras armas en el cargo como profesora del propio Colegio Estudio [“un pequeño desastre dando clase”], donde también ejerce, lagarto lagarto, María Arenillas, encarna como pocos uno de los fenómenos más llamativos de la reciente historia española en lo que a la genética de sus clases dirigentes concierne. Me refiero al clan o grupo de la “beautiful people”, la gente guapa. “Del árbol matriarcal de la tía Carlota [Bustelos, Calvo Sotelos, Del Pinos] en Ribadeo, ha germinado toda una clase social, uno de los clanes o grupos de presión más importantes en la historia contemporánea española”, se decía en Asalto al Poder.

Quienes pensaron que la especie se extinguió en los noventa, tras el escándalo de Ibercorp y el posterior fallecimiento de ex gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, se equivocaron. El clan concita en sus genes algunas de las prácticas usuales en ciertos plantígrados: su facilidad para hibernar cuando el Gobierno en ejercicio no es amigo. Que nunca será enemigo del todo, porque otra de sus habilidades es la de flotar como el corcho y tener un pie en cada orilla. Dos Calvo Sotelo [hijos del ex presidente Leopoldo, I marqués de la Ría de Ribadeo por designación real] fueron subsecretarios con Aznar.

Durante las legislaturas del PP, con todo, el grupo se refugió en las catacumbas, pero no renunció a seguir mandando. Había que hacer la travesía del desierto para volver a reaparecer, deslumbrantes como siempre, cuando la ocasión política lo demandara, convencida como está la beauti de que cualquier Gobierno, sobre todo si es de izquierdas y está comandado por un piernas como Zapatero, necesitará de sus cualificados servicios para hacer que la Administración pública siga funcionando. Siempre, en la España contemporánea, habrá algún miembro de las sagas Calvo-Sotelo y Bustelo en el poder. El faro de la tía Carlota seguirá desde Ribadeo guiando con su luz los pasos de esta progresía, una izquierda caviar de supuestos servidores del Estado que, en su más reciente versión, la representada por el dúo Arenillas-Calvo Sotelo, ha perdido el glamour de la primera hornada para presentarse tal cual son: simples vividores dispuestos a servirse del Estado como forma de materializar en cuenta corriente su querencia al dinero y a los fastos de la buena vida.

Muchos de ellos, los que hoy copan la CNMV y no pocos puestos en los ministerios económicos [Miguel Sebastián, David Vegara, José Pérez, David Taguas y el propio Arenillas] se refugiaron en Intermoney, cuyo dueño es el holding Grupo CIMD, uno de cuyos propietarios es el todavía vicepresidente de la CNMV. CIMD, el broker sin fin, como lo llamaban los chicos, estaba situado (antes de emigrar a Torre Picasso) en la calle Pinar, bocacalle del Paseo de la Castellana y muy próxima a Álvarez de Baena donde sienta sus reales el restaurante Zalacaín, lugar de la fastuosa cena (1.400 euros o 233.000 pesetas) con la que el financiero hindú Ravi Mehra festejó a Arenillas. “Y era harto frecuente entre los jefes de CIMD ir a comer a Zalacaín, una casa que el señor Arenillas conoce muy bien”. Curiosamente o no tanto, Mercedes Cabrera vivió toda su vida en Álvarez de Baena 7, lo mismo que sus primos los Morán (el ex ministro Fernando Morán), Álvarez de Baena 5, justo enfrente de Zalacaín, perfecta metáfora de esta izquierda exquisita.

Al lado de CIMD (con estructura de “panal de abeja”, de forma que no estaba claro quién era el dueño de qué), en la calle Pinar, puerta con puerta, estaba y sigue estando Pigmalión, conocido local de alterne, todo un clásico en Madrid, poblado de carísimas señoras de costumbres poco edificantes y, ¿quién es tu hermano sino tu vecino más cercano? Muy cerca de Pigmalion, al lado del Museo de Cera, Plaza de Colón, está “Hot”, uno de los mayores hiperputa del Reino, donde algunos dicen terminó la cena de Mehra y Arenillas, aunque podría ser sólo una especulación. En el mundo de los brokers de alto nivel es muy frecuente una cenita de negocios, generalmente para festejar el cierre de alguna gran operación, con facturas de cientos, miles de euros, seguidas por la visita a un lupanar, incluso un fin de semana en un idílico hotel de cinco estrellas, con compañía femenina y consumo de polvo blanco a cargo de la empresa. That’s the way things work.

Arenillas es lo suficientemente rico como para pagar de su bolsillo cualquier capricho en Zalacaín y alrededores, de modo que la invitación de Mhera pudo ser para él asunto consuetudinario, no necesariamente orientado a torcer su voluntad, si bien todo funcionario está obligado a guardar el decoro propio del puesto que ocupa, además de naturalmente rechazar cualquier clase de dádiva. Tras la OPA de Gas Natural sobre Endesa, sin embargo, el short-selling que Intermoney se traía entre manos con la eléctrica era tan llamativo, el volumen de Endesas que de repente movía Intermoney tan grande, que alguien concibió la idea de efectuar el enjuague a través del fondo Vega (Mehra) para no despertar sospechas. Es lógico que un hedge fund haga grandes volúmenes y especule. Otra cosa es que el hermano de Arenillas consiguiese un empleo en Vega. ¿Por qué un hedge fund como el de Mehra fichó a una persona como el hermano de Arenillas? Un misterio que, en condiciones normales, jamás se hubiera producido, aunque no es menos cierto que cada cual emplea a quien le parece.

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