La 'beautiful' de Zapatero (II)
Quienes cortan el bacalao en CIMD, la matriz de Intermoney, son Luis Enrique Navarro y Ramón Moreno, infinitamente más listos que Carlos Arenillas, Miguel Sebastián u otros figurantes. Otro hombre de peso es Rafael Bunzl, cuya esposa, María Pelayo, fue jefa de prensa de José María Michavila, ministro del PP ahora metido en artes con la progresía. Ante la evidencia de que los dos primeros estaban dispuestos a hacerse con la empresa, Arenillas montó Intermoney como un inocuo servicio de estudios, que no fue otra cosa en un principio, es decir, se puso de lado para no estorbar, en espera de su oportunidad que, en el caso de la beauty, siempre llega con vía política. Las conexiones de CIMD-Arenillas con el PSOE son un secreto a voces. Interesante dato: ¿Por qué sus nombres desaparecieron de la memoria de CIMD en torno al triunfo electoral del PSOE, marzo de 2004? La factura de teléfono entre la sede de la CNMV y la Oficina Económica del Presidente en Moncloa, con Sebastián al frente, ha debido ser cuantiosa estos últimos años.
CIMD es el mayor operador en deuda pública española (intermedia entre 5.000 y 6.000 millones de euros) un mercado en el que se mueven grandes volúmenes, y una de sus principales fuentes de ingresos. En los noventa, el grupo vivió algunos años redondos, al punto de dar 5.000 millones de pesetas de beneficio neto con una plantilla que no llegaba a los 180 empleados, aunque esto puede ser el chocolate del loro al lado del negocio que podría significar el pelotazo del BBVA o el asalto a Endesa. Todas las empresas que cuelgan de CIMD comparten planta, de forma que el ejecutivo que opera para una sociedad se sienta al lado, físicamente, del que opera para otra, algo que no es ilegal pero que convierte en chiste cualquier apelación a las “murallas chinas”.
Parte de los dineros de la pareja Arenillas-Cabrera estaban en Tagomago, una Simcav al frente del cual se hallaba Juan Muñoz Achirica, “el contable de toda la vida" de CIMD. En Intermoney tiene su dinero Julio Segura, como él mismo ha reconocido, cosa normal tratándose de un broker de primera fila, con un gran caudal de información de primera mano que le permite una enorme rapidez operativa. “Pocos sitios mejores que CIMD para esconder operaciones”, aseguraba esta semana, entre risas, a este diario un broker español afincado en la city londinense. Ello no quiere decir, naturalmente, que Segura vaya a hacer uso de información privilegiada en su propio interés, pero es obvio que el asunto apesta y que el presidente de la CNMV debería llevar su cartera, al menos temporalmente, a un sitio en el cual no despertase la menor sospecha.
Ocurre que, siendo Arenillas uno de los dueños de CIMD –como muy bien sabe Manuel Conthe-, son tantos los supuestos en los cuales tendría que haberse inhibido a la hora de votar o tomar decisiones, bien en el comité ejecutivo bien en el consejo de la CNMV, tantos los conflictos de interés, tan obvios, que este caballero hubiera sido automáticamente descartado como candidato para ocupar la Vicepresidencia de la CNMV en cualquier Gobierno mínimamente respetuoso con la Ley y el mínimo decoro. No puede ser que Arenillas, que tiene su fortuna en una de las mayores empresas del sector de la intermediación financiera, sea la persona más indicada para supervisar ese mundo con independencia. El conflicto de intereses es permanente. No es de recibo que una persona que se sienta sobre un montón de información sensible, sea el dueño de un broker, y de los más grandes, que gestiona la cuentas de cargos públicos diversos, sin que el pueblo llano sospeche que esa información es usada en beneficio propio.
Tanto en los mentideros madrileños como en los londinenses –plagados de brokers hispanos- era vox populi desde hace más de un año que “estos se van a forrar con Endesa" y que el enjuague se iba a hacer a través de CIMD, lo cual no quiere decir que necesariamente así haya sido. Lo llamativo del caso, casi lo extraordinario, es que si la de Felipe González tardó años en sacar la cabeza, la nueva beutiful de Zapatero ya estaba manos a la obra apenas unas semanas después de llegar al poder, ocupada en desalojar a Francisco González del BBVA y en hacerse con el control del banco, con la ayuda del capitalista desvergonzado que nunca falta en la historia de España, el rico dispuesto a sacar tajada del hecho de ponerse al servicio del Gobierno, un dato más que evidencia la pobre calidad de nuestra democracia, víctima de una corrupción galopante a todos los niveles. A pillar, a pillar, que el mundo se va a acabar.
De la oficina de Sebastián salió el dossier destinado a tumbar a FG de la presidencia del BBVA (“Se va a tener que ir lo quiera o no, porque tenemos material contra él inapelable”, decía a sus amigos Luis del Rivero, presidente de Sacyr) que Arenillas mostró en su domicilio a Manuel Conthe. Es decir, desde Presidencia del Gobierno se alentó al vicepresidente de la CNMV a poner en marcha una serie de maniobras torticeras contra un empresario privado, con la cobertura de la CNMV. En el caso de Endesa, esa misma cobertura impidió sancionar a Enel y Acciona como había propuesto el dimisionario Conthe.
A Zapatero le puso muy nervioso la posibilidad de un nuevo fracaso en Endesa, situación que planeó sobre la operación durante meses. ¡Claro que no querían que saliese la OPA de E.On! ¡Simplemente porque con los alemanes ellos no sacaban “nada” en limpio! No bastaba con quitar a Pizarro, cosa que los germanos hubiesen hecho en cualquier caso: había, por encima de todo, que estar al frente de la operación, fuese con GN como ariete o con el dúo Enel-Acciona, y esa es la razón que mueve a Zapatero a llamar a la puerta de Prodi, para que Enel desembarque en Endesa”.
Rajoy ha hablado de escándalo "colosal". Son dos operaciones que marcan la legislatura. Dos gotas de agua que ruedan hacia mares distintos. Fracasaron con el BBVA. Acaban de triunfar en Endesa. Defenestrar a Arenillas o Sebastián al final, ¿qué más da? Incluso Solbes caerá cual fruta madura. El responsable no es otro que José Luis Rodríguez Zapatero, un hombre que debería pagar un precio político, incluso penal, por tanta trapacería. El hedor a compadreo que despide la intromisión del Gobierno socialista en las dos grandes operaciones económicas de la legislatura, vía la nueva beautiful crecida al calor de Intermoney, hace de esta historia un ejemplo de inmoralidad política extraordinariamente dañino para España en su conjunto y la credibilidad de sus instituciones.
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