La fiesta de los renovables amenaza con convertirse en desenfreno en las OPVs
El Gobierno ha prendido la mecha de los renovables con ese real decreto que aprobó hace dos viernes y que ya había permitido a una gran parte de las empresas del sector subir con creces en jornadas anteriores en Bolsa, porque todo hacía indicar que en el mercado algunos tenían más información que otros. Algo demasiado habitual.
La idea de que la energía renovable en España alcance el 12% del consumo en 2007 con el fin de evitar una ingente emisión de CO2 a la atmósfera ha dado alegría al sector, aunque las incertidumbres también están latentes, sobre todo en lo relativo a los precios en un mercado en el que el peso eólico será más alto. Pero esto se verá con el día a día.
Mientras tanto en Bolsa estamos a punto de vivir una nueva fiebre de ofertas públicas de venta relacionadas con el sector, igual que ocurrió hace unos meses con las inmobiliarias. Después hemos tenido el susto del efecto Astroc, entre otras cosas porque no se pueden comparar churras con merinas y menos usar los ratios de las grandes empresas para valorar las pequeñas y medianas. Luego pasa lo que pasa.
En el ámbito de los renovables vamos camino de vivir en carne propia una nueva moda, que pasa por poner en valor un negocio en demasiados casos desconocido o simplemente un proyecto de negocio. Es ahí dónde los inversores de a pie -porque los fondos ya saben de sobra lo que hacen- deben estar atentos observando la parte de los riesgos que suele ser jugosa y no menos sorprendente. Leer el folleto es la solución, o al menos la parte de los riesgos o el tríptico.
Ayer mismo un informe de Deutsche Bank al respecto disparó a Gamesa, dio alas a Iberdrola en un día de pérdidas generalizas, y en la pequeñita Fersa provocó el delirio comprador que se tradujo, a la vista de la estrechez del valor, en una subida de hasta el 14%. Todas en el idéntico saco. Es lo mismo que estamos viendo cuando hablamos de las nuevas ofertas públicas de venta.
Iberenova, la filial de Iberdrola, valorada entre 18.000 y 20.000 millones -igual que Caixa Holding-, ya te digo, va a sacar al mercado un 20% de la empresa. Sacarán un buen pellizco para financiar su desarrollo y de paso complican la posibilidad de que ACS amplíe su presencia, a no ser que ponga la parpalla suficiente. Sacar un 20% permite poner en valor la compañía y, después, si se quiere es muy fácil volver a recomprar. Lo hemos visto en aquella magnífica etapa de Juan Villalonga cuando puso en valor todo el grupo Telefónica. El mismo que ahora ha tenido que engullir poco a poco y con bastantes críticas, por aquello de los precios, la operadora de César Alierta.
Pero hay más. Si queremos un poquito de riesgo regulatorio nos ponemos a mirar a Solaria, precisamente porque hay que buscar la rentabilidad en las subvenciones, aunque también aporta otras particularidades. Un número limitado de clientes -igualito que Astroc- y la ausencia de contratos a largo plazo. Un dechado de inseguridad que, sin embargo, está siendo -según dicen- muy demandada. Es lo que tiene el riesgo. Los propietarios se quedarán con un 75%. No está nada mal.
Y si es obligatorio mirar con lupa el folleto de Solaria para no llevarnos sustos, tres cuartos de lo mismo habrá que hacer con Eolia, la firma de Nmas1, que está esperando el momento para entrar de lleno en el mercado. Todo nuevo negocio crea expectativas, aunque en algunos casos van mucho más allá de la fantasía y será difícil que estemos ante el nuevo Dorado de los mercados por mucho que EDF, Acciona, Iberdrola u otras grandes deseen poner en valor sus empresas.
La fiesta es siempre interesante para el mercado, pero cuando la euforia se instala en el mercado y suenan ruidos de orgía, hay que atarse los machos. Sopla el viento de las OPVs y es al Dios Eolo y a las subvenciones de quien depende su caja, en una enorme proporción, así habrá que mirar con lupa antes de lanzarse al fango de las ofertas.
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