El subprime se cobra su segunda víctima en Alemania
Poco dura la alegría en casa del pobre sector financiero alemán. A la buena noticia de la bajada del tipo de descuento por parte de la Reserva Federal norteamericana, que parecía poner un freno a las pretensiones alcistas del Banco Central Europeo a la vez que aligeraba las dificultades de financiación de las entidades bancarias, Sachsen LB le puso enseguida su contrapartida al cierre del mercado teutón el viernes al conocerse que el equivalente a la CECA germana había tenido que acudir al rescate de uno de sus fondos especiales o conduits, incapaz de refinanciar una línea de crédito de 17.300 millones de euros, casi tres billones de las antiguas pesetas.
Los conduits son vehículos especiales establecidos por las entidades financieras que les permiten sacar carteras de riesgo fuera de balance. De esta forma, Ormond Quay, que así se llama el “conduit” de Sachsen LB, se financiaba mediante papel comercial a corto plazo e invertía los recursos obtenidos en activos titulizados. Es lo que se denomina en el argot “conduit” ABCP o Asset-Backed Comercial Paper. La crisis del mercado de papel comercial ha sido el causante último de la crisis al no poder el vehículo especial refinanciar sus posiciones y encontrarse Sachsen en problemas para aportar la liquidez adicional que había comprometido en caso de dificultades.
De acuerdo con Moody´s, el importe aparcado en “conduits” por parte de los bancos europeos alcanza los 370.000 millones de euros, de los que 110.000 se encuentran en Alemania, por lo que no es de descartar que surjan nuevas sorpresas en un futuro no muy lejano o incluso que se produzca un proceso de reversión de los “conduits” hacia los balances de las entidades financieras.
Sachsen se convierte así, tras IKB, en el segundo banco alemán que necesita ser rescatado en medio de la crisis de crédito que está afectando a las finanzas de alrededor del globo. Y como en el caso de aquél, el colapso se ha producido tan sólo una semana después de que la entidad anunciara que contaba con liquidez suficiente para hacer frente a sus compromisos.
La crisis pone en tela de juicio la solidez del sistema bancario alemán y más cuando el presidente de su Banco Central, Axel Weber, no dudó en afirmar la semana pasada que “los problemas de IKB eran un caso aislado y específico”. Y es que, tal y como señalaba el jueves pasado Bernd Ziesemer, editor del prestigioso Handelsblatt, “los bancos semipúblicos han vivido un proceso tan lento de adaptación al mundo financiero moderno que se han convertido en contrapartidas de los nichos de mayor riesgo como única forma de incrementar su rentabilidad. Pero en la mayoría de los casos carecen de la experiencia y conocimientos para sobrevivir a dichos mercados”
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