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13 mayo 2007

Maniobra de detectives: alguien engañó a ‘Zalacaín’ para conseguir una copia de la factura de la cena de Arenillas

Todo empezó después de que Radio Intereconomía, en un auténtico scoop, hiciera pública la existencia de la mencionada cena y aportara la prueba correspondiente: la factura de marras. Según fuentes de toda solvencia manejadas por este diario, el propio Mhera se puso en contacto de inmediato con Zalacaín para mostrar su disgusto y protestar por el hecho de que un restaurante de tanto prestigio hubiese desvelado la existencia de la cena y, peor aún, hubiera hecho circular la factura.

Y entonces saltó la liebre. Porque los responsables del famoso restaurante contaron al financiero una historia capaz de poner los pelos de punta, que viene a revelar la presencia en el episodio de una agencia de detectives –alguien ha hablado incluso de la norteamericana Kroll Associates-, en todo caso de auténticos profesionales, que habrían venido siguiendo los pasos de Carlos Arenillas hasta cazarle en esta trampa. ¿Solo en esta? Es la pregunta que hoy se hace medio Madrid.

Ocurrió que muy recientemente, apenas unos días antes de que la revelación pública de la cena tuviera lugar, alguien, haciéndose pasar por el director gerente del Fondo Vega, llamó a Zalacaín: resulta que el señor Mhera había mantenido el 11 de octubre pasado una cena en el local con otros señores, y necesitaba disponer de una copia de la factura, que se había extraviado, para incorporarla a la contabilidad de la firma.

De acuerdo con las fuentes, desde Zalacaín alguien llamó de vuelta a Vega para comprobar si la persona que decía haber llamado en nombre del Fondo pertenecía efectivamente a la plantilla, y ocupaba el cargo de responsabilidad que había dicho ocupar. La respuesta fue que sí, en efecto, así era, pero que en aquel momento no se podía poner al teléfono porque se acababa de ausentar de la oficina.

Menos de media hora después, un hombre de buen porte se acercaba personalmente por Zalacaín, en la calle Álvarez de Baena, casi esquina con María de Molina, entre Serrano y el Paseo de la Castellana, para, de acuerdo con lo hablado, recoger una copia de la factura en nombre del responsable financiero del Fondo Vega. “Una operación impensable en aficionados y propia de gente profesional, que seguramente arrancó el día de autos cuando, cenando en Zalacaín, alguien coincidió con los protagonistas de la trama y, tras reconocerlos, supo calibrar la importancia del ágape que allí estaba teniendo lugar”, sostienen las fuentes.

El señor Arenillas aseguró el viernes en su comunicado que “desconocía el importe de la cena”, una afirmación no creíble, impropia de un hombre con cierto mundo. En efecto, cualquier persona mínimamente viajada sabe que un Romanée Conti, como cualquier grand cru de renombre, puede valer en cualquier restaurante de lujo no menos de mil euros. Lo sorprendente es que en Zalacaín valga solo 600, algo que las fuentes y los conocedores achacan a la práctica, tan poco usual, del restaurante de gravar lo menos posible su exquisita carta de vinos.

Temor a nuevas revelaciones

La operación para obtener copia de la factura de la cena ha hecho pensar a gente influyente del mundo financiero madrileño que los responsables de la misma disponían, y tal vez disponen –más aún si, en efecto, anda por medio una agencia de detectives-, de más material sobre la vida y milagros del señor Arenillas, lo que explicaba su negativa a romper su silencio, refugiado en un mutismo aún más escandaloso que la propia cena.

Igualmente llamativo es que el nuevo presidente de la CNMV, Julio Segura, disculpara a Arenillas durante su comparecencia del jueves ante la Comisión de Economía del Congreso, afirmando que la causa de que no hubiera salido al paso de las informaciones que le afectaban se debía a una petición expresa suya en tal sentido: le había pedido que esperara a su comparecencia en el Congreso.

De acuerdo con las fuentes, la decisión de Arenillas de salir a la palestra y explicarse, tras los chequeos pertinentes, tendría que ver con la desaparición del peligro que para el llamado Clan Intermonay entrañaba la “operación Zalacaín”. ¿Realmente se trató de un asunto concreto, o estamos ante la punta de un iceberg del que irán apareciendo nuevos hitos?

El propio Segura no tuvo más remedio que admitir en su comparecencia en el Congreso que quien gestiona su cartera de valores es precisamente Intermoney, el broker financiero del que han salido la mayoría de los asesores económicos que hoy rodean a Zapatero, tal que Miguel Sebastián, David Taguas o el propio Arenillas, una evidencia que agrava todavía más el disparate que ha supuesto su nombramiento como responsable de velar por la limpieza y transparencia de los mercados bursátiles.

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