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22 septiembre 2007

Bancaja capea, de momento, la crisis inmobiliaria

Soplan fuertes vientos de Levante en el mar inmobiliario patrio. Al Catastroc le sigue ahora una Llanera que ha estallado, víctima de confundir el deseo con la realidad. ¿Es que nadie le explicó a este chico en el master el concepto cíclico de determinados negocios?, ¿o que es un suicidio endeudarse a corto para financiar proyectos (inciertos) a largo?, ¿o que, gran lección puntocom, sólo merece la pena gastar si hay visos de ingresar? De facto, la esperanza casi nunca se impone a la experiencia, salvo como punto de partida de las segundas nupcias. Pero poco más. Triste lección expost. Pero más allá de estos dos casos concretos, las rachas huracanadas procedentes de Este de España amenazan con barrer, a su paso, una parte del sector bancario que no ha dudado en poner más trapo en las velas cuando lo aconsejable era hacer un rizo a la mayor y esconder el génova ante la galerna que se avecinaba. Es lo que tiene jugar a Copa América con Chanquete en el timón. En el ojo del huracán, las cajas. ¿Estamos ante la tormenta perfecta?

Nadie lo sabe. Pero hay una realidad cierta. Las cajas españolas se encuentran actualmente en el punto de mira a nivel internacional. La situación real del mercado residencial (que no inmobiliario en su totalidad) ha desbordado la frontera nacional, ayudada por una campaña, más o menos interesada, orquestada por medios, fundamentalmente británicos, de renombre. Y a nadie escapa que cuando lo más inteligente era ponerse a buen recaudo y esperar a ver si al final caía la tromba o no, muchas cajas han renovado sus esfuerzos por ganar cuota de mercado en pleno cenit del ciclo, engordando así sus carteras de crédito. No querías sopa, pues toma dos tazas. La ingente oferta que ha llegado al mercado de papel emitido por estas entidades, -fundamentalmente el denominado en moneda extranjera-, en estas últimas semanas ha dejado perplejo, por los descuentos a los que se podían adquirir, a más de un gestor local. Los diferenciales ofrecidos eran inimaginables hace apenas dos meses. De hecho, la CECA ha tratado de asomar la patita con alguna emisión y, como en el cuento, todos salieron huyendo de lo que parecía un lobo feroz disfrazado de cordero.

El caso de las cajas levantinas resulta especialmente problemático por la exposición directa al núcleo, al menos inicial, de la crisis. No se preocupen que cada uno tendrá su parte. O si no, al tiempo. CAM y Bancaja están en el punto de mira. Sin embargo, la situación de la segunda parece sustancialmente mejor. Y es que el pasado dos de agosto se cerró una operación que, de momento, va a ser tabla de salvación del equipo presidido por José Luis Olivas. La venta del 30% de Bancaja Inversiones a Guggenheim y Deutsche Bank, que tomaron respectivamente un 22% y un 8% de la compañía. 1.800 millones de euros contemplan la transacción, incluidos los 450 millones de un swap de dividendos futuros. Una operación que permite a la entidad de Castellón, Valencia y Alicante tener liquidez para capear los imprevistos que puedan venir (algo que Cajamadrid, a su vez, va a hacer con el dinero obtenido con la venta del paquete de Endesa, cuidado con el aviso) sin necesidad de acudir al mercado; mejorar sus ratios de solvencia de mayor calidad, Tier1, ya que al entrar como minoritarios podrá, en la medida en que lo determine el Banco de España, subir el indicador casi por encima del 7%, con un cierto colchón respecto a lo exigido por el supervisor; poner en valor su cartera industrial a un descuento sustancialmente menor al que ofrece Criteria en la parte baja de su rango de emisión (aunque probablemente haya algún pacto compensatorio en el caso de que la colocación, que se llevará a cabo de aquí a los próximos doce meses, se haga por debajo del precio de entrada de DB y su partenaire).

La propia Bancaja afirma que su riesgo inmobiliario promotor se concentra fundamentalmente en operaciones de financiación de suelo finalista. No sé si será el típico ejemplo de dime de lo que presumes y te diré lo que careces. De momento, por suerte o por gestión, Bancaja tiene más colchón de lo que, a simple vista, pudiera parecer. Sufrirá, como todo el sector. Pero no se equivoquen: el punto de partida no es tan malo como parece. Veremos a ver si, al final, su casa se construyó sobre roca o sobre las movedizas arenas de la playa de Marina d’Or, ciudad de vacaciones, dígame. Buen fin de semana a todos.


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